Mariposas taiwanesas
Por suerte, somos otros. Mario Benedetti
viernes, 20 de septiembre de 2013
Erótismo y Mozart
jueves, 11 de octubre de 2012
Rotos.
Y es verdad. Tú y yo estamos rotos. Rotos como se rompen sin remedio en astillas cortantes las piezas de un cristal que estalla en su encuentro con el piso al descubrir la gravedad. Como se rompen las olas que interrumpen su canto sereno con el golpe de piedra. Rotos como se pierde un sollozo en la madrugada. Rotos. Rotos.
Pero a veces, disculpame, le soy infiel a nuestra rota suerte y me cubro de mieles y me visto de flores. Me desenredo los miedos y me peino con el aire. Sonrió. Y te olvido y me olvido. Me desnudo el alma y te inventó lejano. Equívoco. Te echo a un lado, me curo. Me junto los trozos y me resuelvo. Y amo con calma y me apego sin llanto. Y te me antojas una historia que nunca sucedió. Que, tal vez, alguien me contó.
Pero las uniones son frágiles. Basta una luz diminuta de duda. Un palpitar arítmico en el compás. Un silencio mal besado para recordar que no sabemos ya amar. Y me tienes de vuelta. Bailando ese vals nuestro entre cuerdas. Amando tu prosa aunque tu boca ya no sea mía. Prometiéndote a mis oraciones aire aunque no rece por ti. Queriendo con lágrimas. Fiel no. Leal. Rota.
Es verdad tú y yo estamos rotos. Querernos es un imposible. Guardarnos es mero recuerdo. Pobres de ellos, mi vida, no saben reconstruir.
viernes, 31 de agosto de 2012
Los otros que soy.
Quién hubiera dicho
que estos poemas de otros
iban a ser
míos
después de todo hay hombres que no fui
y sin embargo quise ser
si no por una vida al menos por un rato
o por un parpadeo
en cambio hay hombres que fui
y ya no soy ni puedo ser
y esto no siempre es un avance
a veces es una tristeza [...]
-Mario Benedetti: Como Arboles.
viernes, 16 de marzo de 2012
Me faltas.
martes, 18 de octubre de 2011
¿Qué vas a hacer de 5 a 7 mañana?
Fijas en mis ojos tus pupilas mientras el vaivén de los segundos nos mece en mi cama y parece que gritaras las cosas que espero que me digas. Extrañaba tu cama. Qué tiene mi cama de especial. Tú. Acaricias mi cintura. Tu piel. Arrancan tus brazos de un tajo el espacio que fabrico para no sentirte tanto. Para no sentirte en mi corazón. Me pones junto al tuyo y siento como se aceleran tus latidos al ritmo de un juego que nos sale tan bien que parecería que inventamos sus reglas. Te gusta. En lugar de contestarte intento recordar si alguna vez hemos errado la táctica. No se encuentran recuerdos bajo esa categoría.
Es como si el tiempo se hiciera un hilo interminable de una sustancia pesada y deliciosa que no acaba de fluir a paso lento. Perfecto. Me conoces tan bien que no adivinas mis movimientos, te entregas a ellos sin dejar de fijar la más dulce de tus miradas en mis ojos que te traducen las sensaciones que mi cuerpo experimenta causa del afortunado accidente de conocernos. De tenernos tanta curiosidad.
Pon tu frente siempre en mi frente sin dejar de mirarme adivinando cuando el río se convierte en tormenta. Dime todas esas cosas suavemente al oído y despeja con ello mis dudas por unos minutos. Aunque vuelvan después, vendrán diluidas, contaminadas de ti . Entierra en mi piel con tus uñas esas cosas que le hacen falta al nosotros.
Pon tu mano en mi mejilla para que te cuente los callos mientras acercas con ella mi boca a tu boca y me entregas un beso lento. Pon tu boca en mi cuerpo donde se te antoje que me haces más falta, al fin que ni tengo que pedir lo que adivinas. Lo que de sobra sabes. Sabes a lo que saben las cosas que nunca dejan de ser nuevas. A lo que saben mis deseos. Sabes a las partes que más me gustan de ti y que confieso por valores mientras llueve dentro de este cuarto una vez y una más. Y al final, el hilo sin romperse encadena nuestros brazos.
miércoles, 1 de junio de 2011
No sé
Será que tu boca mordió mis células deformándolas todas, infectándome de muerte. Será que ahora se multiplican todas con la firma del fabricante a un ritmo tan acelerado que no hay ningún medio que logre contenerlas. Será que por eso entre más lavo mis recuerdos, más vívidas vuelven a mi tus palabras y se oye tu voz como si el sonido nunca se desgarrara en el espació. Será que un día dejaré de ser de carne. No seré. Mis músculos serán solo el cúmulo de todas tus incapacidades, mis huesos los formarán hileras interminables de las cosas que te callaste y esta tela que llamo piel no será más que el resumen de todos los momentos. Y me pareceré a esa parte de ti que solo existe cuando la noche en sus esquinas menos alumbradas me dice -No sé.
O será simplemente que tenemos partes que solo existen para nosotros, que solo viven si las vivimos.